La espina bífida en los bebés

La espina bífida es una malformación congénita, que genera un gran desgaste del organismo. Sus efectos dependen del punto exacto de la columna en que se ha ubicado la lesión y son mayores cuanto más cerca se encuentre ésta de la cabeza. A la pérdida de sensibilidad por debajo del nivel de la lesión, se suman debilidad muscular, dificultad para el control de los músculos de la vejiga y los esfínteres, e hidrocefalia, un mal que se observa en el 70 por ciento de los afectados y que se genera por la dificultad del organismo para drenar el fluido que protege al cerebro. La relación completa de secuelas incluye también testículos mal descendidos en los varones, pubertad precoz en las niñas y tendencia a la obesidad en ambos sexos.

Cuando la mujer nota que le falta la regla y piensa que está embarazada, normalmente el tubo neural ya se ha formado. Si durante la concepción tiene una carencia de ácido fólico, la formación no será correcta, por lo que médula espinal, sistema nervioso y meninge quedan al descubierto, sin protección ósea, en la zona donde se produce la malformación. De esta forma, el bebé puede nacer con una protuberancia, sobre todo, en la zona lumbo-sacra, y mientras más cerca de la cabeza esté más fuerte serán las secuelas. De la lesión hacia abajo todo son problemas, a nivel sensitivo, cutáneo, de esfínteres o de movilidad.

Variedades de la espina bífida en los bebés

La espina bífida se puede manifestar de dos maneras en los bebés.

1- Oculta. Un 20 por ciento de la población padece la espina bífida oculta, sin llegar a descubrirlo, aunque suele haber un hoyuelo en la espalda o un lunar rojizo.

2- Abierta.

Se presenta de dos formas:

– El meningocele. Tiene la característica de presentar la protuberancia cubierta por piel. No se suele operar, deja menos secuelas en el paciente, pero sí que produce problemas a nivel de esfínteres.

– El mielomeningocele. No está cubierto por piel, sino por una leve membrana que obliga a intervenir al niño nada más nacer para cerrar la malformación. Es la más grave y la más común. Además, en el 90 por ciento de los casos desarrolla hidrocefalia, por lo que hay que colocar una válvula para drenar el líquido de manera que no se acumule en el cerebro.

 ¿Qué secuelas deja la espina bífida en el organismo?

– Hidrocefalia. Acumulación del líquido cefalo-raquídeo en el interior de la cabeza, lo que provoca un aumento de tamaño. Se debe intervenir colocando una válvula de Holter para favorecer la salida del líquido.

– Alteraciones ortopédicas. Las más frecuentes: luxación de la cadera, pie equino y desviación de la columna. La ausencia de motilidad ósea ocasiona fracturas.

– Alteraciones de la función urológica e intestinal. Dificultad para el control de esfínteres y de motilidad intestinal.

– Alteraciones en el comportamiento. Se debe orientar a los padres y facilitarles una tratamiento psicológico adecuado, ya que se observa tendencia a la sobreprotección, en algunos casos.

Fuente: www.guiainfantil.com