El cabello graso es más brillante que los demás y se debe a la abundante actividad de las glándulas sebáceas que tienen un olor característico y pueden ocasionar la caída del cabello. Este pelo se ensucia con más facilidad que el resto y debe ser tratado con productos que disminuyan la presencia del sebo.
Es imposible controlar la secreción de grasa, pero existen algunas soluciones transitorias de gran utilidad. La acumulación de sebo se produce en el cuero cabelludo (encargado de renovar el pelo), no en el propio cabello, con lo cual, revisar la secreción de las glándulas sebáceas en esa zona será el principal objetivo a la hora de “luchar” contra las adversidades de esta tipología tan común.
La acumulación de grasa obliga a lavarlo mucho más a menudo que otros tipos de cabello. Hoy en día existen champús que controlan la grasa sin dañar el cuero cabelludo. No es recomendable masajearlo con fuerza porque puede excitar los poros e incitarlos a que segreguen más grasa. Hay que lavarlo diariamente, pero tampoco conviene excederse en este apartado, ya que corremos el riesgo de saturar esas glándulas y hacerles producir más grasa.
El brillo que desprende este tipo de cabello, recién lavado, es la principal ventaja que tiene el pelo graso. Sin embargo, es una ventaja aparente ya que las personas que lo poseen son conscientes de que se trata de un pelo que dura muy poco tiempo limpio.
Por otro lado, el cabello graso también se caracteriza por su falta de volumen. Esta se debe a que la excesiva grasa que contiene su cuero cabelludo tiende a darle una apariencia lisa y falta de vida, a penas un día después de haber acudido a la peluquería.
Otro aspecto negativo de esta tipología del cabello es su proclividad a la caída prematura, por lo que se hace necesario cuidar este punto atentamente controlando el estrés y las dietas que producen falta de nutrientes básicos. Sin embargo, siempre es conveniente acudir a un especialista, ya que no todas las caídas tienen el mismo origen ni, por lo tanto, el mismo tratamiento.
¿Cómo cuidarlo?
El champú
Lo más importante es elegir un champú astringente, bajo en grasa. Si deseas lavarlo diariamente puedes optar por uno suave para cabello normal, con el fin de no saturarlo, o por lociones específicas, que no contengan alcohol y que contrarresten la excesiva secreción de las glándulas sebáceas.
Es frecuente que la necesidad de lavarlo a menudo choque con el posible aumento de aparición de la grasa. Para ello no acerques a la raíz del pelo cremas suavizantes, así como el propio champú.
El peinado
El cepillado, a pesar de que parece inofensivo, también puede incitar al aumento de presencia grasosas. Así que procura no hacerlo con fuerza, ni frecuentemente.
El aclarado
Es recomendable acabar la ducha con agua fría, pues el cambio de temperatura reduce la estimulación de las glándulas sebáceas.
Remedios naturales
Una alimentación equilibrada, rica en frutas y verduras, es muy beneficiosa para este tipo de cabellos. Las infusiones de hierbas son también muy recomendables.
Por último, podemos hacer caso a nuestras abuelas y a las mascarillas naturales de alimentos tan básicos como el yogur, la miel o el limón, que aplicadas sobre el cabello después del lavado, pueden reducir considerablemente la acumulación de grasa en el cuero cabelludo.