¿Un niño gordo, es un niño sano?
También es válida otra pregunta: un niño gordo, ¿es un niño feliz?
Ante estas dos interrogantes, lo primero que podemos señalar es que estos conceptos están pasados de moda y ahora los padres, aconsejados por el pediatra, tienen un rol primordial en la prevención de la obesidad de sus hijos.
La mayoría de los niños presenta una obesidad simple cuya causa es un desbalance entre sus requerimientos físicos y lo que come.
Son raros los casos de enfermedad secundaria debida a otra condición como hipotiroidismo, genopatía… Un concepto importante, por el contrario, es que cada organismo tiene requerimientos diferentes, es decir, no todos los niños necesitan comer la misma cantidad. Desconocerlo, en algunos casos, puede fomentar la obesidad.
Otra premisa destacada es que no podemos medir nuestro cariño para con el niño por el estómago. No tanta alegría porque se lo comió todo, ni tampoco ofrecimiento de golosinas porque está llorando…
El número de obsesos aumenta día a día. Hay una influencia indesmentible de todos los medios de comunicación que fomentan diversos consumos de alimentos con gran cantidad de calorías y poco valor nutritivo.
Existen cuatro circunstancias fundamentales que nos inducen a preocuparnos seriamente del problema de la obesidad y su prevención.
En primer lugar, están los probados riesgos biológicos para un menor obeso, expresados en un deterioro y acortamiento de la vida adulta por diabetes, hipertensión o enfermedades coronarias.
Existen, asimismo, evidencias concretas de que la obesidad se gesta en la infancia, por lo que el papel del pediatra es crucial.
También hay que tomar en cuenta lo difícil y desilusionante que resulta en la actualidad -aunque la propaganda diga lo contrario- un eficaz tratamiento contra la obesidad.
Por último, esta patología ha aumentado de manera alarmante en nuestro medio.
Pero, ¿que es la obesidad?
En si misma no es una enfermedad, sino que es un complejo sintomático producto de la acumulación de grasas en mayor cantidad que lo normal en el organismo, lo que se traduce en un peso excesivo.
¿Qué implica la obesidad durante la infancia?
La inconveniencia radica básicamente en los problemas emocionales, sicológicos y particularmente el riesgo aumentado que tienen estos niños de llegar a ser adultos obesos.
Se estima que entre dos de cada diez niños menores de dos años, que tienen gordura, son futuros obesos en la edad escolar, pero por otra parte, sólo el 10 por ciento de los escolares obesos fueron lactantes gorditos.
Otra edad que marca la futura obesidad está dada en la adolescencia. Dicho de otra forma, siete de cada diez púberes que cursan con sobrepeso a esta edad serán adultos obesos. A esas edad los pediatras ya perdimos la oportunidad de haber cambiado hábitos.
¿Cuales son los riesgos que la obesidad representa para los adultos?
Hay un riesgo hasta tres veces superior de padecer diabetes mellitus, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares respecto de las personas que tienen un peso normal.
También se complican la enfermedades respiratorias; tienen mayor frecuencia de várices; más problemas digestivos, especialmente colelitiasis, sobre todo en las mujeres.
Curiosamente, se ha descubierto recientemente el aumento de la incidencia de algunos cánceres en las personas obesas.
Otras complicaciones son lesiones de piel a nivel de los pliegues y un riesgo aumentado de tener problemas en las extremidades inferiores, artrosis preferentemente.
Por todas estas razones el rol del pediatra es fundamental en la prevención de la obesidad desde el primer año de vida.
Obesidad, ¿es sinónimo de comer mucho?
Tradicionalmente ha sido considerada como el producto de comer mucho y moverse poco.
La información que tenemos en la actualidad es que esto es verdad, son factores que se relacionan con ella, pero hay otros elementos, entre ellos los genéticos, que son muy importantes en el desarrollo de este trastorno. La pediatría tiene la gran oportunidad de pesquisar a este grupo de niños en su más tierna infancia para adecuar los hábitos necesarios de una correcta alimentación.
¿Cómo se hace el diagnóstico de esta enfermedad?
Cualquiera de nosotros, sin haber estudiado medicina puede decir «este niño es obeso». Es cosa de palpar los pliegues en el abdomen, de ver la cara, los muslos. La simple vista tiene más del 80 por ciento de coincidencia como el diagnóstico médico. Esto habitualmente lo puede hacer la familia o las personas que viven junto al niño.
¿Cómo se cualifica el sobrepeso?
Los médicos usamos la balanza. Es lo más común. Pero un número absoluto no tiene ninguna importancia si no se relaciona con la estatura del niño. Se deben comparar las tablas de pesos y estaturas, parámetros que usan los servicios de salud en todo el país
El peso es variable de una persona a otra porque tejidos, además de la grasa corporal, son distintos de un organismo a otro. También, los tejidos muscular y óseos son diferentes.
Una persona puede pesar más de lo que le corresponde, pero si es un atleta ese sobrepeso corresponde a músculos y no grasa. Sería un error calificarlo como un obeso.
El diagnóstico definitivo de la enfermedad es médico, quien a través de una adecuada evaluación del contenido de grasa, músculos y tejido óseo podrá definir el porcentaje de sobrepeso. Y, aún más, con el apoyo del laboratorio, descartar enfermedades secundarias.
¿Es lo mismo sobrepeso que obesidad?
Una persona tiene sobrepeso cuando supera el 10 por ciento del peso para su talla. Es obeso cuando esta cifra es mayor al 20 por ciento.
Fuente: pediatraldia.cl