La alimentación durante el invierno
Al igual que cuando se acerca el invierno cambiamos la ropa del armario y sustituimos el algodón por la lana o pasamos del lino al punto para enfrentarnos al frío.
Nuestro cuerpo debe adecuarse a las temperaturas más bajas y a la falta de sol en nuestra piel. Y, claro está, debe recibir por nuestra parte, sus moradores y propietarios, un trato acorde a las nuevas circunstancias.
La dieta que nos resultaba útil y gratificante en los largos y soleados días de verano ya no sirve: es demasiado frugal para el invierno. La naturaleza, que sigue siendo sabia, inunda los mercados con alimentos de temporada que aportan esas propiedades que nos ayudan a afrontar los meses invernales y combatir los catarros, constipados y tiritonas tan propios de esas fechas. En verano, el gazpacho es refrescante y sabroso; en invierno, la sopa entona el cuerpo.