La apariencia y consistencia de este moco puede cambiar un poco, dependiendo del día del ciclo menstrual o durante el embarazo, sin que esto deba causar preocupación.
No obstante, la producción de cantidad excesiva de secreción, de tal manera que produzca la sensación de “estar húmeda”, la presencia de sangre fuera de la menstruación, los cambios notorios en el olor, la aparición de grumos semejantes a leche cortada, el color verdoso, amarillento o crema, así como la sensación de prurito (picazón o rasquiña) o ardor, deben ser motivo de consulta.
El flujo vaginal anormal puede ser la manifestación de infecciones causadas por diferentes microorganismos. Entre las infecciones genitales cuya manifestación es la presencia de por flujo vaginal anormal, encontramos las causadas por hongos, que son las más comunes, en especial la candidiasis, y por otros microorganismos, como bacterias (Chlamydia trachomatis, Gardnerella vaginalis, Neisseria gonorrhoeae) y parásitos (Trichomonas vaginalis).
Como veremos, varias de las causas de vaginitis son de transmisión sexual, pero no todas lo son. El uso frecuente de duchas o desodorantes y perfumes vaginales así como de otras sustancias químicas irritantes predisponen a infecciones vaginales (y por ende a vaginitis o inflamación de la vagina).
Tipos de flujo vaginal y su tratamiento
La candidiasis, producida por el hongo Candida albicans, es la causa más común de vulvovaginitis. Se manifiesta por ardor, enrojecimiento e irritación de la vulva (la entrada de la vagina enmarcada por los labios) y por flujo vaginal cremoso o de apariencia de leche cortada.
Hay diversas situaciones o causas predisponentes de éste tipo de infección; entre las más importantes encontramos el uso de antibióticos como penicilinas y tetraciclinas, de medicamentos como corticoides y anticonceptivos orales con dosis altas de estógenos, el empleo de ropas muy ajustadas sobre la vulva, particularmente si son de «lycra» o de «nylon», la obesidad, el embarazo, la diabetes y el uso de esponjas vaginales.
El tratamiento se hace con medicamentos que atacan el hongo como clotrimazol, ketoconazol, fluconazol e itraconazol, ya sea en tabletas, óvulos o cremas vaginales.
Como los hongos del tipo de la Cándida son habitantes normales del intestino, es importante limpiarse bien después del acto sexual sobretodo si ha habido contaminación fecal.
La gonorrea fue en el pasado la enfermedad de transmisión sexual más común, junto con la sífilis; sin embargo, todavía no ha desaparecido. Es causada por la bacteria Neisseria gonorrheae.
La infección se manifiesta por un flujo mucopurulento (como mezcla de pus y de moco). El tratamiento usual es con antibióticos, siendo los más eficaces las cefalosporinas y sobretodo una de ellas la ceftriaxona. También son útiles las quinolonas (ciprofloxacina y ofloxacina) y la azitromicina.
La infección genital por la bacteria Chlamydia trachomatis ha devenido en los últimos años y especialmente en las mujeres jóvenes, una de las enfermedades de transmisión sexual más frecuente, sino la más común.
En estos casos, el flujo vaginal es mucopurulento y de mal olor. La paciente aqueja prurito (picazón) en la vulva. La infección, diagnosticada como todas las otras mediante examen de laboratorio, se trata con antibiótiocos como doxiciclina, ofloxacina y azitromicina.
La tricomoniasis, como se mencionó antes, es causada por un parásito, Trichomonas vaginalis, que provoca picazón en la vulva y en la vagina, que se hace más intensa con el acto sexual y ardor con la micción.
Se observa un flujo maloliente amarillento o verdoso. Este tipo de problema se controla con metronidazol tomado o aplicado como crema vaginal.
La vaginosis bacteriana resulta de la proliferación en la vagina de ciertas bacterias como Gardnerella vaginalis y Mycoplasma hominis. El flujo vaginal es cremoso-blanquecino o gris, de mal olor. La vaginosis se trata con antibióticos orales como metronidazol, doxicilina, tetraciclina y varias de las cefalosporinas.
El manejo adecuado de un flujo vaginal anormal, cuya causa se presume es una infección, quizá de transmisión sexual, se inicia con la consulta con el médico. Este, a su vez, puede ordenar exámenes de laboratorio para determinar los microorganismos presentes en el flujo y de acuerdo con los resultados procederá a prescribir el medicamento indicado (como se ha mencionado las posibilidades son muy amplias y solamente un médico está en condiciones de formular el antibiótico apropiado a las dosis eficaces).
Un antibiótico inapropiado o uno apropiado pero en dosis inadecuadas, puede aparentemente controlar la infección -por un lapso de tiempo- pero seguramente esta reaparecerá y quizás ahora más difícil de tratar.
El uso de condón durante el tratamiento de la infección y el examen del compañero o compañeros sexuales es de especial importancia para la erradicación de la infección en la paciente y para detectar otros casos, probablemente asintomáticos. En algunas ocasiones se recomienda tratar simultáneamente la pareja.
Debe advertirse que una higiene genital femenina adecuada consiste, como conducta general, simplemente en un lavado cuidadoso con agua y jabón de baño corriente y de un buen secado, evitando la humedad del área. No son necesarias otras sustancias, quizá con la excepción del ácido bórico (como el usado para los ojos), porque restaura la acidez de la vagina. Ciertamente las duchas frecuentes y el empleo de químicos en la vagina no tienen una indicación real.
Entre las causas no infecciosas de flujos vaginales anormales se encuentran fenómenos inflamatorios del útero, así como ciertos tumores, tanto benignos como malignos, que afectan el sistema reproductor femenino.
La salida de flujo vaginal con sangre durante el embarazo debe hacer pensar en una amenaza de aborto, aunque en ocasiones se pueden producir sangrados que no se relacionan con el embarazo mismo.
El uso de dispositivos intrauterinos (“T”, espiral) aumenta la probabilidad de que ocurran infecciones e inflamaciones de los órganos genitales. Por lo tanto, las mujeres que emplean dichos métodos deben mantener una vigilancia más estrecha y asistir a controles médicos periódicos.
En síntesis, si tiene un flujo vaginal que usted juzga excesivo o anormal: consulte a su médico!