Muchas mujeres suelen avergonzarse de su cuerpo, por tener unos kilos de más, algunas zonas flácidas o porque la gravedad ha hecho efecto en su anatomía. Esta situación las lleva a reprimirse en la intimidad, evitando a toda costa que sus parejas las vean desnudas, convirtiéndose en asiduas seguidoras de las “luces apagadas” o incluso renunciando a las relaciones sexuales.

La terapeuta sexual estadounidense Joan Price explica que muchos hombres han acudido a ella porque no saben cómo convencer a sus parejas de que dejen de esconderse.