Algunos cambios se operan en el organismo cuando uno se estabiliza con una pareja. Es natural que lo primero que sintamos hacia la otra persona sea una pasión desbordada. Sobre todo si venimos de un largo tiempo de sequía romántica y hemos estado solos por mucho tiempo.
Cuando conocemos a nuestra nueva pareja, todo parece mejorar y marchar de lo mejor. Es inevitable sentir ese pequeño cosquilleo estomacal al mirarla de frente a los ojos. Queremos estar a su lado todo el día, a veces nos encontramos distraídos en nuestro trabajo y nos tienen que devolver a la realidad. Incluso cuando manejamos de regreso a casa nos tocan fuerte la bocina para que avancemos más rápido.
Estamos en una nube de la cual no bajamos en varias semanas. Estas semanas son especialmente tórridas en romance, casi no hay tiempo para otra cosa que no sea la pareja. Incluso, si una de los componentes de la nueva pareja ya tiene hijos provenientes de otra relación, éstos pueden ser dejados un tanto de lado en estas fechas. Esto más o menos sucede durante los primeros meses de noviazgo.
Tras este período, la pasión inicial se va convirtiendo en una relación que ya presenta matices de una amistad, lo cual es excelente de cara a futuro, para que la relación perdure.
En este punto, es importante hacer notar que, las relaciones que no trascienden este nivel, están condenadas a extinguirse tarde o temprano, mientras que las relaciones que se fundamentan en la amistas serán más duraderas. Si bien es cierto nada asegura la perpetuidad del lazo, existen más oportunidades de compartir anhelos y problemas, búsqueda conjunta de soluciones y apoyo entre la pareja. Siempre es más fácil resolver un problema entre dos.
Por cierto que los momentos gratos perduran en la memoria, no así las relaciones sexuales que se tuvieron y que se enfrían en el recuerdo si no poseen un tinte de amistad y amor.
Si la relación llega finalizar por circunstancias, la pareja que sembró los cimientos de la amistad, seguramente asimilará mejor el rompimiento, habría un buen porcentaje de posibilidades de que la ruptura sea hecha por la buena vía, siempre y cuando haya madurez y respeto de ambas partes, además de la amistad.
Las relaciones que se basan en el aspecto físico, generalmente van y vienen y a veces ni siquiera existe un adiós formal, sino un simple alejamiento en que la amnesia es el factor común. Pasan los años y uno se pregunta ¿Qué fue todo eso? ¿Cómo pude desaparecer así? ¿Y ella, qué habrá pensado?
Pero quisiera detenerme en el punto intermedio entre estos dos párrafos iniciales y hacer notar algunos aspectos de la vida de pareja, cuando la relación inicial, cargada de pasión, amansa sus aguas y se entra en una etapa un tanto más formal, sin que esto suponga pensar aún en el matrimonio.
Cuando no hay convivencia de por medio, todo parece marchar bien en líneas generales. Cada uno pasa el día en su trabajo, los mensajes de texto y los correos electrónicos del inicio se hacen cada vez más espaciados y el teléfono ya no suena tres veces al día. Quizá el celo también disminuya un tanto y deje la etapa de la obsesión y la paranoia de ver conversando a la pareja con otra persona.
Pero, ¿es esto indicador de que la llanta se está desinflando? Si y no. Es natural pasar a esta segunda etapa ya que no se la puede pasar uno subido en una nube todo el tiempo. Pero no es menos cierto que esta etapa se puede convertir en poco tiempo en un puente hacia una meseta que es indeseable, por decirlo en términos comunes.
En efecto, me refiero al descuido de la pareja y de uno mismo en muchos casos o de ambas cosas, que sería el peor caso.
Este escenario se presenta con mayor frecuencia durante la convivencia. Uno de los miembros de la pareja puede descuidarse a sí mismo y quizá el otro miembro alimente este descuido sin proponérselo. Un caso bastante común y que nos puede servir de ejemplo es el tema de la comida. Para nadie es un misterio que, pasado un tiempo, una de las partes, o ambas, aparecen visiblemente más subidas de peso y es natural, porque es costumbre quedarse en casa viendo televisión o una película.
Se sale poco a bailar que era lo común cuando se andaba en búsquedas y se reemplaza por servicios de comida rápida a domicilio. En pocas semanas se ve el efecto de lo acumulado. Y, sin quererlo, esto puede ser un problema para la pareja, empiezan las críticas, ya no se encuentran atractivos el uno al otro físicamente, etc.
Otro descuido puede darse en el aspecto personal también. Los cambios en el vestuario ya no son tan notorios como al principio, uno se empecina con la misma camisa casi siempre, no hay variedad en las combinaciones, etc. Son factores que se van sumando y que pueden minar la relación. Debemos estar muy atentos a estas fases y siempre mantener el canal de comunicación con la pareja abierto.
Por otra parte, se deben definir las prioridades de los intereses personales de cada uno de los dos miembros, de preferencia al inicio de la relación para que los espacios no se vean ni invadidos ni ignorados.
Fuente: Educasexo.com