Las necesidades nutricionales de los niños van variando conforme van creciendo. Es un período de su vida en el que hay que poner especial cuidado y no sólo para que reciba a través de la alimentación todos los nutrientes que necesita su organismo para seguir creciendo, sino también para que adquiera unos hábitos saludables.
La edad de tres años marca un antes y un después en la alimentación de los niños, ya que es una etapa de su vida en la que se tienen que empezar a desarrollar actitudes positivas ante la comida y los alimentos, además de comenzar a tomar conciencia de unos adecuados hábitos saludables para que los mantenga durante toda su vida.
Y, para conseguir ese doble objetivo, es importante seguir una serie de consejos. ¡Tiene que crecer sano! Y uno de ellos es el número de comidas que debe realizar. Son recomendables de cuatro a cinco comidas diarias dentro de las cuales debe haber: un desayuno completo que suponga, como mínimo, el 20% de las necesidades energéticas diarias; además de un tentempié a media mañana, si trascurre mucho tiempo entre el desayuno y el almuerzo; la comida; la merienda y la cena.
En todas estas comidas, el aporte energético debe ser equilibrado. De esta manera, la ingesta recomendada de energía variará según el sexo y el grado de actividad física del niño. Pero también hay que tener en cuenta que tu hijo ha de recibir los nutrientes necesarios para su crecimiento.
Por estos motivos, a modo de ejemplo, puede establecerse que las proteínas tienen que representar el 15% del valor energético total, mientras que las grasas deben ser entre el 30% y el 35% y los hidratos de carbono entre el 50% y 55%, siendo solo un 10% de ellos, azúcares refinados.
También es importante que perciban las sales minerales y las vitaminas adecuadas. En este sentido, es fundamental prestar atención al sodio, para evitar alimentos muy salados, así como al calcio para que se desarrollen bien sus huesos y al hierro para que el sistema inmunitario se refuerce. Importante es igualmente el magnesio para el desarrollo de los músculos y las vitaminas en general.
Los lácteos son clave en esta etapa del niño, ya que le aportan proteínas, calcio y otros minerales y vitaminas para su desarrollo, siendo recomendable que el niño ingiera como mínimo medio litro de lácteos al día para que reciba su organismo todos los nutrientes adecuados.
En este caso se puede optar por productos lácteos con fórmulas de crecimiento que no presentan las carencias de la leche de vaca para estas edades. Y es que, por ejemplo, estos productos tienen algunas ventajas como las grasas, que están mejor adaptadas, ya que hay un menor aporte de las grasas saturadas que en la leche de vaca y contienen ácidos grasos esenciales que no están en la leche.
También tienen menos cantidad de proteínas que la leche de vaca por lo que se evita que el niño tenga un aporte excesivo de proteínas, que puede originar obesidad. Presentan unos niveles más adecuados de sales minerales y de vitaminas, sobre todo, de hierro, yodo, selenio, magnesio y vitaminas en general, en las que la leche de vaca puede ser más deficitaria.
Fuente: www.nosotras.com