Para lograr una buena nutrición solo tienes que consumir cinco raciones diarias de frutas y verduras variadas.
Hay cinco comidas al día. Aunque parezca mentira, también se recomienda en regímenes de adelgazamiento. No te saltes la media mañana ni la merienda y aprovéchalas para tomar fruta o lácteos.
Incluir los frutos secos en la dieta. No siempre han sido bien vistos debido a su alto contenido calórico, pero lo cierto es que nueces, pistachos, almendras, avellanas…se recomiendan para prevenir enfermedades cardiovasculares.
No abusar de la sal. Lo más recomendable, sobre todo en casos de hipertensión, es sustituir la sal tradicional por sal de ajo o directamente especias y hierbas aromáticas.
Beber agua. El organismo necesita un aporte diario de agua de aproximadamente dos litros, dependiendo de la constitución de cada uno y de su actividad física. Toma zumos naturales o limonada casera en lugar de refrescos con burbujas; evitarás los gases y no incrementarás el aporte de azúcares.
Mantener el peso. Consulta con tu médico cuál es tu pedo ideal e intenta mantenerlo lo más estable posible, sin grandes oscilaciones.
Hacer ejercicio. Lo más importante es encontrar el más adecuado a la forma física y al gusto de cada cual. Y la constancia. No sirve de nada darse una paliza tremenda un día y no volver a hacer ejercicio en semanas. De hecho, no son nada recomendables esos excesos repentinos.
No excluir ningún tipo de alimento de nuestra dieta. Que el pan “engorde” no quiere decir que no lo consumamos.
La fibra que nos aporta es fundamental para nuestro intestino y los hidratos de carbono se transforman en energía para todas nuestras actividades.
Como todo, sin abusar, el pan también es fuente de salud.